Enclavado en la Sierra Norte de Puebla, Cuetzalan es un pueblito mágico ideal para descansar, disfrutar la neblina, escuchar lenguas indígenas y probar platillos con herencia prehispánica. Los locales utilizan ingredientes frescos para preparar un sinfín de delicias: frijoles, maíz, hongos y setas –que abundan debido al clima húmedo– y frutos como maracuyá, perón y macadamia, entre otros.
Durante la Cuaresma, abundan las opciones para degustar manjares libres de carne. Basta caminar por los callejones empedrados del pueblo para toparse con puestos de antojitos y pequeños locales donde se venden dulces y licores artesanales.
Si quieres probar lo más típico dirígete al mercadito central e inicia tu comida con una sopa calientita de hongos o setas silvestres. Para comer, los locales usan tortillas recién hechas en lugar de cubiertos. Otros manjares locales son los tamales de frijol y de mole, los tayoyos –un tipo de gorditas preparadas con hoja de aguacate– y los guisados con quelites, una planta comestible.
En los restaurantes de Cuetzalan las estrellas de los menús son las acamayas, un crustáceo de aguas dulces similar a la langosta que se pesca y prepara desde tiempos prehispánicos. Se cocina en sopa, crema, al mojo de ajo o a la mantequilla, en salsa de chile guajillo o adobado con chile, cebolla y epazote. ¡No dejes de probarlo!
Para acompañar tus platillos pide un vaso de yolixpa, un licor que contiene 23 hierbas, endulzado con piloncillo o miel. Prueba también el vino de café o de maracuyá. Y para llevar a casa, no olvides comprar pan y quesos artesanales y conservas de frutas.
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