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EL DIVINO PECADO DE LA COCINA POBLANA







La tradición culinaria de Puebla tiene su origen en la mezcla de las culturas nativas indígenas y la de los conquistadores españoles. Por supuesto, no se pueden dejar de lado los elementos que más tarde aportaron la migración francesa del siglo XIX y los refugiados libaneses, que arribaron a principios del siglo XX.
El platillo local más famoso es, sin duda, el mole poblano. Se origina en antiguas recetas indígenas, las cuales fueron revolucionadas por las monjas de los conventos novohispanos al añadir ingredientes europeos. De esta forma se combinan chocolate, chiles, tortillas, almendras, ajonjolí, nueces, clavo y cebolla (algunas recetas incluyen más de 30 ingredientes) para preparar esta salsa de fama mundial y orgullosamente poblana que se puede degustar durante cualquier época del año.

A diferencia del mole, los chiles en nogada sólo se preparan en verano por la estacionalidad de las nueces y la granada. Esa limitante los vuelve muy codiciados. En cuanto a postres se refiere, Puebla cuenta con una gran riqueza: tortitas de Santa Clara, camotes, dulce de pepita, jamoncillos, gaznates y frutas cristalizadas deleitan a los comensales. El digestivo perfecto es una copita de rompope de Santa Clara. El platillo más común en los locales de comida rápida son las cemitas, una especie de sandwich –o torta, como se le conoce en el centro de México- rellena con distintos ingredientes. El sabor distintivo de este manjar lo otorga el pápalo, una planta de sabor fuerte y agradable.

Una caminata por las calles aledañas al zócalo te permitirá conocer la gran variedad de los menús y los rangos de precios, que van desde 30 pesos por una cemita en un local modesto hasta 350 por una comida que incluye chiles en nogada en un restaurante. Si quieres degustar el sazón más tradicional de Puebla y acceder a una enorme variedad de platillos, el Mercado de Sabores Poblanos es la mejor opción, y sus precios son bastante accesibles. Se encuentra en el cruce de las calles 11 norte y 18 poniente. Ahí podrás probar desde quesadillas y cemitas hasta variantes de mole y platillos de “comida corrida”, es decir, la comida que comen los mexicanos diariamente y que consiste en sopa, un guisado y agua fresca.
Si prefieres algo más sofisticado reserva una mesa en el Mesón Sacristía, un exclusivo hotel boutique donde además de comer podrás tomar lecciones de cocina para llevarte a casa un poco de la sabiduría culinaria poblana.


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